Enriquece a mi memoria,
dame un minuto de cielo;
dame por siempre consuelo
siendo en tu cuerpo una historia.
Una historia verdadera,
de aquéllas que dejan huella;
de cuento que sea muy bella
y sobre todo sincera.
Una historia de alegría,
exento de la tristeza;
que perdure en la cabeza
por la noche y por el día.
Donde los cuerpos se fundan,
en un crisol de pasiones;
y se templen emociones
siendo puñal con su funda.
Una historia de sabores,
donde lo dulce persista;
aunque el amargo resista
olvidando sinsabores.
Cúmpleme vida ese anhelo,
de ser historia en tu cuerpo;
pues no quisiera estar muerto
para el minuto de cielo.